Ah que sabroso se siente levantar el dedo medio

Cuando llega tu jefe al cubículo y te dice que el trabajo que hiciste parece obra del Interurbano; cuando te acusa de tener un chiquero en tu escritorio y un desorden tu oficina; cuando te ordena que el proyecto debe ser entregado antes de las tres de la tarde, o habrá sanciones que pondrán en riesgo tu billar nocturno.

Justo cuando se voltea; cuando su espalda de semi macho Alfa se posa a un metro de ti; cuando la nuca que ya avisa la irremediable urgencia de Tío Nacho, fórmula Crece Mas, te queda a unos centímetros; es en ese momento que alzas tu manos derecha, la colocas a la altura de tu cara, articulas cada uno de los músculos y… en un acto sublime, cierras el puño y sin mediar parpadeo, realizas el acto fálico manual más socorrido por artistas hacia fotógrafos y reporteros del espectáculos: levantas con rigor el dedo medio, e impulsas unos cinco centímetros el brazo hacia arriba.  Tómala barbón.

Cada día más personas y en más lugares, ocupan esta señal que no necesita ningún otro ademán; se que realiza en el silencio. Que se crea con lo más mínimo y se ve de cerca o se intuye de lejos.

La señal se ha rastreado por dos o tres historiadores, y se han encontrado actos en los que el dedito medio ya era sutilmente ocupado en la antigua Roma. Calígula, que siempre se caracterizó por ser medio de barrio, lo utilizó ante sus súbditos.

A nuestro país ha llegado, sobre todo, por la influencia gabacha. Los güeros sí que usan la señal como saludos de buenos días.

Cuántos políticos o actores, allá, no han sido pillados levantando su dedo medio como mejor saludo ante los indeseables.

Aquí en el país, algunos políticos pero sobre todo jugadores andan con su dedo levantado por si se ofrece.

Cuando se te cierra un auto; cuando no llegas al banco; cuando abusas y te cachan, y luego te corrigen.

Ahí está. Listo, preparado, casi ansioso de postrarse por sobre todos los demás.

En un museo de Florencia, se exhibe el dedo medio de Galileo Galilei.

Por ocho euros, don Galileo le muestra a uno la permanencia de la señal y su inquebrantable mensaje.

¡Pásenle, pásenle a ver lo que Galileo nos dice luego de su muerte!

Por ocho euros te transporta a Las Torres y Pino Suárez, en viernes, y te revela lo lindo que se siente tener dedo y hacerlo valer.

Que viva el dedo medio y su contagiosa señal.

Nos encontramos en gfloresa7.

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