Mi desabasto

Afonía del cicerone.
Gabriel Flores Archundia.

El desabasto llegó a Ñartañán. La frutita de mi vientre ha incluido en sus conversaciones paternales una batería de preguntas sobre por qué no hay gasolina.

El mini Romero Deschamps, insiste en que le informe por qué shingaos todo mundo anda en busca de unos litritos que hagan que la carcacha avance.

El líder sindical tiene tres años y yo sospecho que en sus escuela, dignamente dirigida por Lety Cerezos, ha existido un movimiento antihuachicol que ha adoctrinado a los moconetes.

La preocupación de Ñarta no se limita al desabasto de combustible, teme que la 4T le quite el gozo de la gelatina de limón, la pizza de peperoni y las lechitas de chocolate de Santa Clara que saben a diésel en camión temoayense.

Por eso, le pido a Don Andrés Manuel, investigue con algún grado de estrategia si la mafia en el poder – que ya no tienen- no hizo de las suyas en estas áreas tan sensibles para algunos escuincles.

Ñartañán, que está por encabezar un movimiento de resistencia, anda escamado ante el desabasto.

Que haya estrategia, pedimos los padres sufridos, y no nos manden a Rocío Nahle, porque siento que sigue apoyando al Veracruz, y nadie le ha avisado que Reynoso ya no es DT de Los Tiburones.
Estrategia, señores.

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