ES INEVITABLE

Nunca he sido partidario de que corran a alguien de su actividad laboral. No va conmigo, para nada, pedir la cabeza de tal o cual entrenador o directivo por el simple hecho de que no me hace feliz ver a una persona perder su trabajo. Pienso que no hay nada más humillante, sea con razón o no, que quedarte sin chamba. Sin embargo, en las más recientes horas no he dejado de escuchar o de leer que el «flamante» director técnico de la selección mexicana de futbol, Juan Carlos Oso-rio, (repito: separo su apellido por el OSO que hizo en aquél terrible 0-7) debe ser removido de su puesto a la voz de ¡YA! con lo que se ha creado un casi-consenso entre comentaristas, analistas y aficionados muy difícil de lograrse o de verse en alguna otra materia. Y lo peor: este casi-consenso, por imposible que parezca, sigue creciendo como una bola de nieve rodando por la ladera de tal manera que, cuando choque y se reviente, lo que ocurrirá muy pronto, dará como resultado la salida de Oso-rio, su cuerpo técnico y quizá algunos dirigentes. Es inevitable.

Entonces yo digo, ¿por qué no le dieron las gracias inmediatamente después del ridículo que pasó el futbol mexicano en la Copa América Centenario? ¿por qué, si en cualquier otro ámbito, a quien comete uno o varios errores garrafales de enormes proporciones le piden la renuncia, no ocurrió así con el Profe Oso-rio después de tan humillante acontecimiento? Ni el público, ni los periodistas, ni los directivos, ni los jugadores y ni él mismo van a olvidar NUNCA lo que pasó ese día. No habrá resultado alguno que haga olvidar lo acontecido. Por ejemplo, yo no sé si tú, amigo aficionado, te has olvidado del 8-0 que Inglaterra le impuso a México antes del Mundial 66; o el 4-0 con el que Trinidad y Tobago venció a los nuestros en Haití rumbo al Mundial Alemania 74; qué tal la derrota 1-0 con El Salvador en el premundial de Honduras que a la postre nos dejó fuera de España 82; o los penales ante Alemania en México 86 o los de Bulgaria en el 94… en fin, las derrotas humillantes, así como los triunfos resonantes, no se olvidan NUNCA y menos con resultados tan mediocres como los obtenidos en estos últimos dos partidos.

A lo que voy es que nada podrá evitar la eventual caída del entrenador nacional en los próximos partidos a menos que obtenga un triunfo claro y contundente sobre los Estados Unidos en el primer cotejo del hexagonal final de noviembre próximo en territorio norteamericano y que así se siga durante toda la eliminatoria final rumbo a Rusia 2018. Entonces sí, podrá mantenerse en su puesto y congraciarse con todo el medio futbolístico del país, pero, ¿sabes qué? no creo que ocurra. De la forma en que el tri está jugando no veo cómo se le pueda ganar a los Estados Unidos en su cancha y no veo posibilidades de una mejora fubolística sustancial que renueve las esperanzas. Lo que si veo es que quienes están al mando (léase Cantú y Baños) no van a cesar al estratega colombiano porque de hacerlo se tendrían que ir con él y por esa razón tratarán de alargar la «Era Oso-rio», como ya lo han hecho, lo más que puedan. Créeme, amigo aficionado, a la primera derrota de los verdes la bola de nieve explotará llevándose a los que ahora están en el cargo. Es algo inevitable.

Cualquier comentario en el twitter: @raul_perez_

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *