Mira, así recibió Islandia a su selección

La derrota del domingo ante Francia, en cuartos de final de la Eurocopa, no ha hecho mella en el ánimo de los islandeses, que han brindado a los suyos un recibimiento triunfal. Los jugadores llegaron el lunes por la tarde al escenario de la celebración en un autobús descubierto y recibieron el calor de miles de personas en una fiesta multitudinaria para lo que es Islandia (algo más de 300.000 habitantes), familiar y cívica.

«Para nosotros esta derrota ha sido una gran victoria, nunca habíamos estado aquí», señala Bjorgum, un hombre de 52 años, que recuerda «pocas» celebraciones multitudinarias como la de este lunes en Reikiavik. «En 2008, cuando ganamos la medalla de plata de balonmano en los Juegos Olímpicos, también se concentró aquí mucha gente», agrega. Aparte de eso (y de las celebraciones por el Día Nacional, el 17 de junio), los islandeses son poco dados a echarse a la calle en eventos de este tipo, afirma.

Bjorgum coincide con Alexandra en el secreto del éxito de la selección de fútbol: «Han jugado todos a una, con espíritu de equipo». También ha influido, dice, la formación de los técnicos y la inversión en infraestructuras. «Antes de construirse campos cubiertos, los chicos solo podían practicar fútbol tres o cuatro meses al año» por el clima, dice Bjorgum. Lo sabe bien Stanley Orn, un joven de 20 años que juega a fútbol, como amateur, en el Breidablik. «El espíritu de equipo es lo que ha funcionado. No hay estrellas, todos van a una. Nos han comparado con el Atlético de Madrid y el Leicester, y creo que en parte es verdad», dice Stanley.

Con la moral por las nubes, el primer ministro islandés se mostró ambicioso: «Ahora vamos por la Copa del Mundo». El seleccionador islandés, Heimir Hallsgrimsson (que se despide tras cuatro años) agradeció el papel de «todos estos chicos fuertes y buenos» y la respuesta de la afición: «Es absolutamente fantástico el apoyo que nos habéis dado». La fiesta acabó de forma ordenada apenas hora y media después de haber comenzado. Los aficionados cantaron, quizá por última vez pero a pleno pulmón, Áfram Ísland («Vamos Islandia»).

Con información de deportes.elpais.com

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