La piedra toma dimensiones y texturas insospechadas en las manos de Pedro de Jesús Hernández, artesano que desde hace más de 40 años se dedica a labrar molcajetes y metates a punta de cincel y martillo, en el municipio de Toluca,.Originario de La Loma Cuexcontitlán, don Pedro, como lo conocen todos en la comunidad, cuenta que a la edad de 12 años, su padre le enseñó a labrar la piedra para crear metates, metlalpiles, molcajetes y otras figuras, de las que obtienen poca ganancia, pero suficiente para dar vestido, comida y estudio a sus hijos.
El hombre de mirada profunda compartió que cuando recién aprendía dicho arte, sus dedos sufrían tremendos golpes por no tener el equilibrio necesario ni con el cincel y ni en el martillo, sin embargo, poco a poco a base de golpes y tiempo su técnica mejoró, al grado de elaborar piezas con la calidad requerida para los clientes.
A las 6:30 horas, una vez que se asoma el sol, Pedro sale de su hogar acompañado de su inseparable carretilla y las herramientas necesarias para rascar, lagar y darle forma a la piedra bruta.
La piedra la obtiene de las minas de San Pablo Autopan, ubicadas también en el municipio de Toluca, de donde la traslada hasta su casa, donde trabaja; explicó que no toda la piedra sirve para estos trabajos. Al día llega a elaborar de cuatro a siete molcajetes, si trabaja de lunes a sábado obtiene tres docenas porque ya están comprometidas con los compradores.
Elaborar y diseñar un molcajete o un metate, no sólo implica pasar horas y horas sentado golpeando y dando forma a la piedra, sino que es un trabajo pesado que debe conocerse bien para poder realizarlo.
Entre las herramientas que utiliza don Pedro para tallar sus piezas se encuentran cinceles rudimentarios, que por sus diferentes formas y tamaños sirven para picar en medio del molcajete, para escarbar y para labrar hasta que quede liso; dichos utensilios también son artesanales, ya que son elaborados por él mismo.
De los cinco hijos, que Don Pedro y su esposa María Dominga Hernández procrearon, hasta el momento ninguno está interesado en aprender dicho arte, situación que le causa tristeza, ya que cuando él no este, la tradición podría perderse.