Para Gerardo “Nodoyuna” Ruiz Esparza, un mal rato es la muerte de dos familiares que – tan tontos- se atrevieron a caer en un socavón de millonaria obra pública bajo su supervisión, y decidieron hacerle la maldad, y morirse asfixiados.
Para Ruiz, los familiares de estos dos provocadores del gobierno en turno viven un mal rato, y por eso hay que darles una sobadita con unos cuantos pesos.
Para el ignorante servidor público, el mal rato es sólo eso: un mal rato. Como cuando llegas a la caja del supermercado y, justo cuando está por llegar tu turno, hacen corte de caja y cambio de cajero. Qué mal rato.
Como cuando justo cuando en la novela de las nueve revelarán el nombre del asesino y se va la luz. Qué mal rato.
Como cuando caminas sobre la banqueta, luego de una intensa lluvia y pasa un camión y te salpica el pantalón recién planchado que se queda hecho fideos. Qué mal rato.
Que se maten dos de tus familiares en una obra pública por la que tú mismo pagaste millones de pesos –muchos de ellos irán a parar a la bolsa de los servidores públicos-, casi los acusen de tontos e ignorantes y para sanar el dolor se atrevan a pagar los servicios funeriarios, las galletas y el café, según Ruiz es un mal rato.
Que te secuestren, te mutilen o te maten. Es un mal rato.
Que abran tu auto y se lo lleven, y nunca más vuelvas a saber de él. Que tengas que ir ante autoridades coludidas que te dicen que con una lana – casi una cuarta parte del costo de tu vehículo- podrías recuperarlo, en un mal rato.
Que en la calle o en el camión te bajen, a punta de pistola, tu celular, tu cartera, tu bolsa, tu reloj, tus joyas, tu seguridad, es sólo (palabras sabias de quien hoy demuestra la pérdida paulatina de la eficiencia cerebral) un mal rato.
Pasar por una autopista de OHL es un mal rato.
Que tu pantalla para el apagón analógico otorgada en ceremonia singular encabezada por el presidente Peña y su canoso gurú Ruiz, sea una porquería electrónica, es un mal rato.
Que no te haya tocado pantalla por las transas en la propia SCT, es un mal rato.
Que sigas pagando por un tren que no se construyó: el México- Querétaro, es un mal rato.
Y así, la lista de malos ratos se escurre en la vida diaria de los mexicanos. Así los malos ratos se presentan en cada esquina, en cada programa gubernamental, en cada obra, en cada cosa que toca el millonario funcionario público que apenas y puede controlar su lengua.
Pero no nos apuremos. Son sólo malos ratos. La vida sigue.
El sexenio aún no acaba.
Seguro viviremos algunos otros malos ratos.
El mal rato Ruiz Esparza tiene vigencia, la que le dé su amigo el presidente.
Que pase pronto. Que sea juzgado. Que ya se despida. Que tenga dignidad cívica. Que guarde silencio. Que deje la imprudencia. Que no arrastre más su enlodada reputación. Por él, por sus hijos, por su país. Al fin que sólo, Ruiz, no lo olvides, será un mal rato.
MI BUEN RATO.
Ñartañán cumplió dos años. Peligroso país el que podría esperarle a la frutita de mi vientre, si sigue la reproducción sistemática de personas como Ruiz. Por lo pronto, a hacer de él un hombre, justo, honrado, amoroso. Que su vida sea más que un mal rato.