La temperatura, humedad, precipitaciones, viento y radiación influyen en la propagación de hongos y vectores, como mosquitos, garrapatas y piojos, así como en los mecanismos de transmisión.
En el IV Simposio de Salud Ambiental que se llevó a cabo en el Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Elodia Sosa Iglesias, adscrita al Departamento de Microbiología y Parasitología, explicó el impacto del cambio climático en los microorganismos.
Detalló que la alteración de los ecosistemas con fenómenos como El Niño o La Niña propician la propagación de enfermedades donde antes no se presentaban.
«El vibrio cholerae (cólera), no sólo se presenta en regiones tropicales sino en Alaska o en el mar Ártico, donde se integra en las algas del mar y en caparazones de crustáceos que son consumidos por el ser humano», comentó Sosa.
Añadió que el brote de epidemias también se debe al contacto del ser humano con las bacterias que se adhieren a cuerpos de agua potable o se transportan en el viento.
En el caso de las urbes, cuando no son planificadas se generan, de acuerdo con la doctora microbióloga, condiciones propicias para que coexistan de manera directa las bacterias con el ser humano.
«Todo lo que no es planificado disminuye la flora, afecta la fauna y propicia que especies que están retiradas de nosotros pudieran estar en contacto, como los roedores y hongos», dijo.
Con su ponencia Cambio climático y la resistencia microbiana, Sosa Iglesias recomendó la protección continua para evitar la afección parasitaria por medio de lavado de manos continuo, hidratación con líquidos de calidad y alimentación sana.
Fuente: jornada.unam.mx