Ma vie de Courgette (La vida de calabacín), recompensada con el Óscar a la mejor película animada es un cuento enternecedor y divertido sobre la tolerancia, centrado en un niño desfavorecido en busca de la felicidad.
Para el director suizo Claude Barras, su primer largometraje, al que le dedicó casi 10 años, es un «homenaje ante todo a los niños maltratados que sobreviven como pueden a sus heridas».
«Calabacín» es un niño valiente que vive con su madre alcohólica, quien le ha puesto este apodo.
Un día, el protagonista mata accidentalmente a su progenitora y va a parar a un orfanato. Su nueva vida, en un principio más difícil que la anterior, le llevará a descubrir el compañerismo, la empatía y el amor.
Inspirado en la novela Autobiografía de un calabacín, de Gilles Paris, el filme fue rodado con 54 marionetas y decorados en plastilina, un proceso que requirió 10 meses, a razón de tres segundos de imágenes por día.
Se empleó la técnica artesanal stop motion y casi todo fue realizado a mano: las marionetas, el vestuario, las nubes con lana de oveja, y hasta la nieve en borras de terciopelo.
Resistencia y positivismo
El resultado es un relato de una hora y seis minutos conmovedor y divertido, con personajes entrañables de ojos inmensos, «abiertos al mundo», dijo Barras, de 43 años, autor de cortometrajes como El genio de la lata de raviolis, recompensado en varios festivales.
Intimista y poético, el filme opone los decorados sombríos a los colores vivos y luminosos de los personajes, «reflejando su resistencia y positivismo», afirmó el cineasta. Calabacín «cree que está solo en el mundo. Pero esto es porque no cuenta con las personas que va a conocer en su nueva vida en el orfanato. Tiene muchas cosas que aprender en la vida, como tener amigos con los que contar, enamorarse, e incluso ser feliz», dijo.
«Me pareció esencial transmitir a nuestros hijos este mensaje, simple y profundo a la vez. Nuestra voluntad de transmisión fue lo que me guió a lo largo de la realización del filme».
Para su guionista, Céline Sciamma, se trata de una película «clásica, en el sentido de que hay crueldad en el cuento, pero también es muy contemporánea, una crónica realista del presente, que no siempre es de color rosa», explicó a la AFP. «Es la historia de un pequeño huérfano que comprende que uno puede ser amado por las familias que se inventa o elige», agregó.
La película registró más de 700 mil entradas en Francia y este mes se estrenó en países como Estados Unidos y Brasil. En España, salió el viernes.
Fue presentada el año pasado en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes y ha cosechado varios premios en Francia. El creador de los estudios británicos Aardman y coautor de «Wallace y Gromit», Peter Lord, publicó un video deshaciéndose en elogios con la película.
Fuente: jornada.unam.mx