Los ínclitos y pesaditos partidos políticos han comenzado sus discursos de autoveneración, en los que nos aseguran que ellos son los inventores, batidores y comercializadores del rompope de huevo de avestruz.
Una extraña condición nos cubre a los huehuenches mexiquenses, que mientras menos inteligibles sean sus peroratas, más creemos en ellos.
Traemos un gen directamente desarrollado de la Torre de Babel, que activamos sobre todo en campañas políticas y creemos que, mientras menos le entendemos a los políticos, más cosas importantes nos están diciendo.
Cuando un político empieza a ser comprendido nos agarra la desconfianza y dejamos de prestarle atención. Pero mientras sus palabras sean más desconocidas, sus conceptos más churros y su oratoria más barroca, creemos que es el bueno porque sabe mucho y sabe bien.
Calamitosa herencia ésta, que desarrollamos los mexicanos.
Unos franceses, cuenta la leyenda, llegaron a Yucatán en busca de una buena torta de cochinita y se encontraron inmersos en una campaña política. Descubrieron, sin mucho estudio, que los habitantes aplaudían más a aquel candidato que menos entendían.
Uno de los hijos de la Marsellesa se atrevió, como experimento, a lanzar su candidatura a una alcaldía, y todos sus discursos los daba en francés. El muy mendigo ganó la elección, sin siquiera estar registrado.
Los cabezones votaron por él porque era al que menos entendían.
Algo tenemos que cambiar los ciudadanos para que esta babelaria condición no se repita ahora que quieren nuestro voto.
Ya va siendo hora de exigirles a los que buscan el hueso que, primero, aprendan a hablar. Ya permitimos, por ejemplo, que nos hablara Montiel que tenía una voz de crudo espantosísima y arrastraba palabras y sonidos, casi como lana de las arcas estatales a su cuenta.
Que pronuncien cada palabra respaldada por la verdad y la dignidad.
Que se dejen de xaladas y desarrollen un lenguaje claro, sencillo y digno de una nueva generación de ciudadanos que ya no queremos que nos hablen en chichimeco postclásico.
Las Vázquez, las Moreno, los Del Mazo, los Zepeda y los Pastor, comiencen con un buen curso de dicción, honestidad y moral.
De la abundancia del corazón habla la boca. Con qué carambas han rellenado el suyo.
Esperamos respuestas claras a problemas claros.
Nada de “la dignificación social pasa por el entramado presupuestal asignado desde la curul por la sapiente erudición del legislativo en turno”. Nada de eso.
A estudiar, chamacos, que hoy necesitamos palabras sencillas y discursos fiables.
Por sus frutos los conoceréis y dos que tres que quieren, como que se les chorrea la fruta.
LLEGÓ.
Regina es, y trae consigo la pachanga de la vida.
He comenzado a hablarle de Pemex, de los migrantes y del tren interurbano.
Las tres veces ha soltado llantos marca Marga López, y yo con ella.
Con sus ojos me ha dicho que quiere palabras que entienda. Yo ya entendí. Desde hoy le digo mariposa, nube y flor.
Nos encontramos en @gfloresa7