La música y la vida en sus años de juventud llevaron lejos a Leodegario Morales, un cantautor otomí del pueblo Enthavi y quien luego, por el amor a sus raíces, desdeñó “el norte” y la vida en los suburbios para convertirse junto con su grupo Los Yunteros en promotores de su lengua.
El intérprete de música en otomí recuerda que antes de dedicar su vida a las partituras y canciones, hizo de todo; un rato en trabajos de fabricas, unos días de albañil, aunque a lo que más le “pegó”, como dice en sus palabras, fue al comercio, labor con la que recorrió las carreteras del país, cargado con escobas, trapeadores y cepillos de plástico.
Unos días en Tepic, de ahí a Guadalajara, a las ferias, después Querétaro y remataba en Mazatlán, donde pasaba las noches únicamente acompañado de su guitarra a la que raspaba por horas para componer sus nuevas canciones en su lengua.
“Viajé mucho y conocí también mucho, era otro mundo, pero nunca me olvidé de mi pueblo, por eso creo componía mis canciones para recordarlo y siempre en mi lengua que es el otomí”, recordó Leodegario.
Así duró casi 18 años y en todo ese tiempo, siempre como la mercancía que cargaba, iba su guitarra, fiel compañera de las carreteras, porque comprendía que su labor más importante en la vida, era hacer música para su pueblo, como su granito de arena para conservar la identidad.
En su comunidad, a Leodegario y sus otros tres compañeros, los conocían como Los Yunteros de Enthavi; grupo de música tradicional otomí que llevaron la historia de su pueblo a diversos festivales nacionales y estatales.
Y como en toda historia de músicos de pueblo Los Yunteros también amenizaban bodas, bautizos, fiesta del pueblo, mañanitas e incluso velorios.
“Con un programa del gobierno pudimos conseguir los instrumentos, una guitarra, un violín, el tololoche y el banjo, instrumento tradicional) con eso empezamos a tocar las canciones tradicionales de aquí, por lo regular para ir a sacar a la novia y llevarla a la iglesia, mientras ella se está poniendo su vestido, nosotros estamos tocando a fuera de su casa”, relató el cantautor indígena.
Su grupo de Los Yunteros grabó varios discos, -como dice Leodegario- no de manera profesional y de altas ventas, pero se metieron a los estudios de grabación.
“La verdad pues no somos profesionales como tal, pero sí hemos grabado ahí unos discos, lo que más nos interesa a nosotros, pues es rescatar nuestra música otomí y por eso nos dedicábamos y ensayábamos unas tres veces por semana”, explicó.
De acuerdo al último censo poblacional del INEGI, en la entidad existen 370 mil habitantes hablantes de alguna lengua indígena, que se concentran principalmente en municipios como Temoaya, San José del Rincón y San Felipe del Progreso.
Actualmente Leodegario se dedica a su familia, pero aunque no tiene necesidad de irse de músico ambulante o tocar en bodas, dice que lo haría si pudiera y hasta que sus dedos y la inspiración para componer y tocar su instrumento, no le fallen, pues nació con la música y quiere morir con ella.
-¿Quiere que lo entierren cantando y toquen sus canciones?
-Sí, eso sería lo último que yo les pediría a los que se quedan.
Fuente: elsoldetoluca.com.mx