Aun cuando se piensa que el incremento en el precio de la gasolina afecta principalmente a la clase media, la realidad es que la población de clase baja será la que más padezca el gasolinazo. Incluso hay alta probabilidad de que algunos mexiquenses bajen de nivel socioeconómico, es decir, que los pobres sean aún más pobres.
Sergio Cuauhtémoc Gaxiola Robles Linares, profesor del Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población (CIEAP) de la UAEM, explicó que aun cuando no tenga que comprar combustible para un automóvil, la gente económicamente más desfavorecida (pobre, pobre extremo o pobre moderado), resentirá más que el resto de la población, la escalada de precios en productos y servicios básicos como los alimentos y el transporte, rubros en los que gastan casi la mitad de sus ingresos.
Explicó que las familias de clase media pueden aplicar medidas de austeridad y sacrificar algunos lujos para enfrentar el aumento en el precio del combustible, pero para la gente en condiciones de pobreza cada peso de incremento en la tarifa del transporte público, en las tortillas o en otros productos y servicios, impacta considerablemente en su bolsillo, porque estos gastos extras reducen todavía más su ingreso, que ya de por sí es muy bajo.
“La clase media tiene más diversidad de rubros de gastos, podrían reducir gastos en cine, por ejemplo; pero los pobres gastan en tres, cuatro cosas: alimentación, transporte y servicios básicos, sin embargo, no tienen donde ajustar sus ingresos porque son muy pocos”, dijo.
Además consideró que debido a que “la economía de la pobreza”, de donde los pobres consumen, no está regulada por el gobierno, los mercados informales y tienditas suban todavía más los precios de los productos, de manera arbitraria.
Asimismo, consideró que hay riesgo de que algunas pequeñas empresas tengan recorte de personal y mucha gente quede desempleada.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), “una persona se encuentra en situación de pobreza extrema cuando tiene tres o más carencias, de seis posibles. Las personas en esta situación disponen de un ingreso tan bajo que, aun si lo dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no podría adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana”.
Asimismo, “una persona se encuentra en situación de pobreza cuando tiene al menos una carencia social (en los seis indicadores de rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación) y su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias”. Por otra parte, Coneval define a un individuo con pobreza moderada, como aquel pobre, pero no en extremo.
Según este organismo, hasta 2014 había en el Estado de México más de ocho millones 200 mil personas en pobreza, de los cuales un millón 200 mil son pobres extremos y el resto moderados.
El investigador aclaró que aún no es tiempo para estudiar si los gasolinazos incrementarán el índice de pobreza en la entidad, pero no descartó que personas que actualmente son pobres moderados pasen a ser pobres extremos, mientras que aquellas personas que no son pobres pasen a serlo, pues en el Estado de México muchas personas se encuentran en la franja que divide una condición de otra.
“Los pobres que en el transcurso de este sexenio posiblemente pasaron de pobre extremo a moderado, podrían regresar a la pobreza extrema, porque están en la frontera de las dos pobrezas”, dijo.
A su parecer, este problema será mayor en los municipios más urbanizados, como son los de la zona metropolitana del valle de México y algunos del valle de Toluca, como la capital mexiquense.
“A mí parecer, es mucho más fuerte la pobreza urbana que la rural, porque la persona resiente todavía más la desigualdad”, expresó.
Fuente: elsoldetoluca.com.mx