Mediante el rescate de prácticas ancestrales de pueblos originarios del Estado de México, el Poder Judicial mexiquense creó e implementó un modelo de Centros Comunitarios de Paz y Diálogo, gestionables por las propias comunidades e impulsó prácticas restaurativas de corte informativo al interior de los centros penitenciarios, dirigidas a los internos pertenecientes a algún pueblo originario efectuadas en su lengua originaria: Otomí, Mazahua, Tlahuica, Náhuatl y Matlatzinca.
El Poder Judicial y su Centro Estatal de Mediación, Conciliación y Justicia Restaurativa, se dieron a la tarea del intercambio y el conocimiento de prácticas ancestrales como la intervención de los ancianos y las propias danzas, en un proyecto desarrollado desde 2016, cuyo objetivo fue la protección efectiva de sus intereses y necesidades, pero además permitir su participación como operarios en las dinámicas que proveen justicia a quienes así lo demandan.
El primer centro de este tipo se conformó en la comunidad de Pueblo Nuevo, municipio de Acambay, con una fuerte participación del grupo originario otomí.
Otra de las acciones, fue la vinculación con autoridades Comunitarias, Municipales y con la Universidad Intercultural de San Felipe del Progreso para configurar un curso de Prácticas Ancestrales de corte restaurativo.
Por su naturaleza, la justicia restaurativa es la más idónea para que el sistema de administración de justicia llegue a quienes por causas diversas, con dificultad reciben este servicio tan básico como trascendental.
Lo anterior contó con el apoyo financiero de la Unión Europea, ya que formó parte de las actividades del Proyecto Regional de Fortalecimiento de la Justicia
Restaurativa realizado en coordinación por el Poder Judicial mexiquense, el Poder Judicial de Costa Rica y la Rama Judicial de Colombia.