El estrés afecta la sana convivencia y puede representar un factor de riesgo para la salud y vida de las personas, por ello el ser humano debe ser resiliente, es decir, buscar alternativas de solución a los conflictos que enfrenta, destacó la subdirectora de Capacitación y Formación en Derechos Humanos, Sandra Tetatzin Contreras.
Comentó que cuando alguien observa que un problema le afecta, debe atenderlo y poner un alto, de lo contrario, impactará de forma negativa la convivencia con quienes le rodean, sobre todo cuando son padres de familia y son comunes los gritos, insultos y golpes a los hijos, con lo cual se genera una violación a derechos humanos y también afecta su salud mental.
Se debe identificar el tipo de estrés que se padece, explicó, el “agudo” es aquél que ayuda a prevenir un riesgo para la persona, controla las situaciones peligrosas que se enfrentan o aparece cuando se vive una situación emocionante; mientras que el llamado “crónico”, tiene una duración mayor, ya no se controla y genera problemas a nivel personal, familiar o social.
Detalló que el estrés crónico puede desencadenarse por situaciones económicas, laboral o problemas con la pareja, y tiene manifestaciones de frustración, angustia o ansiedad. Por ejemplo en el ámbito laboral hay quienes generan rumores, problemas y ataques constantes hacia sus compañeros y en consecuencia la persona afectada no está a gusto, se siente cansada y hasta enferma; mientras que en el caso de la pareja, ya no busca resolver el conflicto mediante el diálogo y hay constantes episodios de violencia; el problema en estos casos es que se empieza a ver como “normal” toda esa agresividad y no se aprende a reconocer al otro con sus defectos e ideas diferentes.
Recalcó que el estrés crónico puede reflejarse a través de la conducta, gestos y frases que denotan enojo, al ser la típica persona a la que se saluda y no responde, tiene el ceño fruncido y de todo se queja, situación que si no se controla podría causar problemas de salud, por ello, invitó a la población a poner atención a esa cuestión, pedir ayuda psicológica o terapéutica para sanar y generar una convivencia adecuada.