Ubicada en el Centro Histórico de la ciudad, en la actualidad es sede de actividades artísticas, cívicas y culturales, pero su existencia se remonta a casi 300 años. Se trata de la Capilla Exenta de Toluca, una construcción de gran valor arquitectónico que constituye la única pieza que aún se conserva del antiguo Convento Franciscano de La Asunción, con el que dio inicio la evangelización en estas tierras.
Y es que, una vez concluida la conquista del Valle de Toluca a cargo de Gonzalo de Sandoval en 1521, al mismo tiempo que la dominación militar comenzó la evangelización para tratar de alejar a los indígenas de sus creencias y acercarlos a la religión católica, por lo cual comenzaron a llegar en pequeños grupos frailes de diversas órdenes.
A Toluca arribaron en primer término los franciscanos, quienes instalaron su convento en la zona donde en la actualidad se ubican la Catedral y la Plaza Fray Andrés de Castro. También fue construida una capilla abierta denominada Santa Cruz de los Otomites o de los Otomíes, para iniciar las actividades religiosas con los naturales de la región.
En el aspecto arquitectónico, la Capilla Exenta se comenzó a construir en el conjunto del Convento Franciscano de La Asunción en el año 1729, por el arquitecto Felipe de Ureña, de gran prestigio en su época, a petición de Fray José Cillero.
Se trata de una construcción de planta mistilínea, es decir, con líneas rectas y curvas, que dan soporte a una cúpula ochavada. Lo más notable de la obra fueron los retablos, diseñados por el famoso Benito de Churriguera, que se distinguen por el uso de la pilastra estípite, elemento arquitectónico que consiste en una columna constituida por diversas formas geométricas superpuestas, que puede ser también antropomorfa.
En alguna época se exaltó esta obra como una “maravilla del mundo” y se dice que reproduce la planta alta de la ermita de Santa María del Puerto, que se encuentra en Madrid, España.
El espacio fue utilizado como sacristía, pues en él se guardaban los ornamentos del culto y allí se revestían los sacerdotes. De manera que nunca fue utilizado para celebrar misa y no tiene altar, y por ello se le llamó “Exenta”. Sin embargo, existe una crónica de Antonio del Castillo, que data de 1730, sobre la consagración de la capilla. En la actualidad, algunos estudiosos y cronistas proponen que se cambie su nombre a “Sacristía Exenta”.
Para convertirla en sitio de encuentro con el arte fue necesario efectuar una rehabilitación profunda, realizada en 1978 por el arquitecto Víctor Manuel Villegas, quien le devolvió su esplendor pues la obra había estado vacía y desatendida durante mucho tiempo, no obstante ser la única parte del Convento Franciscano que no fue demolida.
Sede hoy en día de la Tertulia Toluqueña que se celebra cada mes, el inmueble es propicio para realizar diversas actividades culturales, pues su forma, ubicación y belleza dan un adecuado marco a conferencias, conciertos, incluso obras de teatro que se adaptan al espacio.