Un ciudadano británico de 34 años ha terminado ingresado en un hospital por evitar llamar la atención con un estornudo. ¿Cómo? Se tapó la nariz y cerró la boca. El gesto le ha costado que se parta literalmente la garganta. Del inusual caso informa este 15 de enero el portal médico BMJ Case Reports.
Como también publica The Verge, tras tratar de contener el estornudo el hombre escuchó (y sintió) un estallido en el cuello, que luego se le hinchó. Incapaz de hablar ni tragar, acudió al médico donde, además de explicar que todo se debía a un estornudo fallido, tuvo que negar “haberse comido algo afilado”.
El estornudo fue tan fuerte que le rompió la faringe y la cavidad con membranas en la parte posterior de la boca, e hizo que se le formaran burbujas de aire en el cuello. Todo ello le causó la sensación de que le ‘crujía’ el cuello.
Por su estornudo fallido el hombre se vio obligado a alimentarse mediante una sonda y tomar antibióticos durante una semana. Aunque su caso es bastante raro, los médicos no recomiendan que contengamos los estornudos. La moraleja: mejor estornudar de forma aparatosa que tener que acabar en urgencias de un hospital.
Con información de: sinembargo.mx