Después de tres años sin poder ser admirado, el legendario Penacho de Moctezuma -un tocado de oro y plumas de quetzal que habría pertenecido al último emperador mexica- acaparó ayer la atención en la inauguración del renovado Weltmuseum de Viena.
El Weltmuseum (Museo del Mundo) es el antiguo Museo Etnológico de Viena, que, además de cambiar de nombre, fue sometido a una profunda remodelación durante tres años para adaptarlo al siglo XXI.
La galería, situada en el antiguo palacio imperial de los Habsburgo, invita al visitante a un viaje en el tiempo a través de estatuas, joyas, armas y pinturas de todo el mundo, y con la última remodelación se ha potenciado el uso de las nuevas tecnologías para profundizar de forma interactiva en la historia de cada pieza.
Una de las obras centrales del nuevo Weltmuseum, como ya lo era en el Museo Etnológico, es el Penacho de Moctezuma, un tocado con más de 500 años de historia, que preside la sala dedicada a Mesoamérica, donde se ofrece un recorrido por la cultura precolombina, la conquista española y la independencia.
El Penacho es un tocado compuesto por plumas verdes de quetzal, rojas del pájaro espátula y otras de color café, turquesas y azules claras de aves no identificadas, con una dimensión de 178 por 130 centímetros.
Según la leyenda, el Penacho era propiedad de Moctezuma II Xocoyotzin, emperador mexica cuando Hernán Cortés llegó a México en 1519. Persisten las dudas sobre su verdadero origen, sobre si era utilizado en rituales religiosos, si perteneció al último emperador mexica y si éste se lo regaló a Cortés.
Lo que se sabe con certeza es que la pieza apareció a finales del siglo XVI en la colección personal del archiduque Fernando de Tirol y ha permanecido en Austria desde entonces.
El tocado es un símbolo cultural e histórico de valor incalculable cuya devolución México ha reclamado en numerosas ocasiones.
En los pasados 15 años el Penacho ha pasado la mayor parte del tiempo sin exponer, ya sea por su delicado estado o por distintas renovaciones del museo.
En 2014, volvió a ser expuesto tras una profunda restauración, pero poco después las obras de renovación del Weltmuseum volvieron a ocultarlo al público.
Expertos austríacos han concluido que la frágil pieza no puede ser trasladada, al menos hasta que exista una tecnología que evite el impacto de la más mínima vibración durante el viaje.
Con información de: cronica.com.mx