Oda al bache

Hongo del asfalto que brotas salpicando
sin tregua, sin invierno ni verano.
Tu majestad rinde a llantas y suspensiones.

Indolente el que te soslaya pensando que no eres profundo, peligroso.

Tu origen incierto no te devela ni como alberca o chapoteadero, o simple hoyo recipiente de toda clase de humedades.

De ti beben los perros, orinan los niños
o ruedan los hules de autos, motos o bicicletas.

Enemigo declarado de la alineación y el balanceo.
A veces eres grande, profundo.
Pareces contener las aguas de todos los ríos  y todas las especias descubiertas y sin descubrir parece que habitan en tu hídrica existencia.

Otras tantas eres minúsculo, leve,
sólo un pequeño brinco en la movilidad humana.

Cuidado aquel que te subestime poniéndote una capita de tierra o chapopote.

Tu orgullo se ve lastimado y emerges con furia más grande, más vengativo, más infame

Bache, hoyo, agujero, cosa, espanto, boca, deformidad, abismo, ojo, puerta dimensional.

Llegas con las lluvias y, a veces, permaneces a lo largo de la existencia vecinal.

Te tapan, te desnudas.

Te entierran, brincas.

Has acabado con riñones enteros.

Zangoloteas las entrañas de los hombres.
Los gobernantes te odian, te aborrecen.

Te temen.

Representas, oh bache, un bache en su existencia.

Lago quieto.

Laguna tranquila.

Bache nuestro de cada día.

En tus profundidades encomendamos nuestros rines.

Nos encontramos, en un bache y en @gfloresa7

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *