Con papeles oficiales, el neurocirujano Rodolfo Ondarza-Rovira subrayó que hay suficientes pruebas documentales para señalar la responsabilidad del médico Julio Sotelo Morales en la realización de más de 450 cirugías para instalar un dispositivo experimental, especialmente riesgoso, contra la hidrocefalia, sin que a la fecha la Procuraduría General de la República (PGR) se decida a actuar en el caso.
En conferencia de prensa, el especialista recordó que en la década de los 90 Sotelo comenzó a realizar operaciones para instalarle a cientos de personas un dispositivo llamado sistema de derivación ventrículo-peritoneal de flujo continuo, el cual fue diseñado por él mismo para tratar a pacientes con hidrocefalia e incluso fue patentado a su nombre en 1997.
Sin embargo, el aparato en cuestión utiliza materiales como los llamados tubos de Tygon, que no tienen pruebas de su uso seguro de forma permanente dentro del cerebro, sino únicamente de su utilización externa para intervenciones cardiovasculares.
Además, el aparato obliga a quienes lo usan a permanecer todo el tiempo sentados o de pie, pero nunca acostados –porque si el tubo se pone de forma horizontal no funciona–, y hay evidencias de que 20 por ciento de los pacientes sufren daño neurológico permanente, con padecimientos como hidrocefalia normotensa o síndrome de Hakim Adams.
Durante su encuentro con los medios, Ondarza Rovira mostró peritajes realizados en 2009 y 2010 por la Comisión Nacional de Arbitraje Médico, a solicitud de la PGR y la Secretaría de la Función Pública, en los cuales se comprueba que el dispositivo experimental hecho por Sotelo no es seguro, y además nunca se cumplió con el requisito de avisar a los pacientes qué tipo de operación les iban a practicar.
Con información de : jornada.unam.mx