La argentina Valentina Carrasco abre hoy la temporada estival de las termas romanas de Caracalla con su nueva versión de la ópera Carmen, que ubica en un pueblecito entre México y Estados Unidos, a los pies de un muro en el que conviven militares estadounidenses y habitantes mexicanos.
La obra abre el primer acto con un muro que intentan saltar monigotes y en el que hay dibujado un rostro que recuerda al del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, delante del cual se desarrolla la historia entre Carmen, mexicana, y don José, militar americano.
Carrasco, que pertenece desde el 2000 a la compañía española La Fura dels Baus, habla de los wéstern, de los que se declara amante, para explicar que la «dualidad de caracteres» del género del oeste «también es muy importante para el personaje de Carmen, que viene de un contexto muy marginal».
«En la práctica existe esta diferenciación (…) porque uno viaja a Estados Unidos y los peores trabajos los hacen generalmente latinos sin papeles», continúa la argentina y aclara que los mexicanos de su ópera representan a todos los latinoamericanos.
Y «aunque (Prosper) Merimée (autor de la obra en la que se basa la ópera de Georges Bizet) habla a su vez de un desprecio de los gitanos hacia las otras razas», Carrasco opina que actualmente «más que un desprecio, hay un orgullo de quienes son».
«Pero si un pueblo es marginalizado por tener una identidad, esto a su vez crea una reacción; si yo estoy orgullosa de mi identidad y tú me vienes a decir que mi identidad es inferior, evidentemente yo voy a tener una reacción», explica en cuanto a la situación de las minorías raciales y culturales en Estados Unidos.
La adaptación de Carrasco muestra, cómo no, una Carmen de carácter y coraje y también resalta el contexto marginal en el que nace, donde el contrabando, los prostíbulos y la violencia contra la mujer son recurrentes.
«Para mí, el valor más importante de Carmen (…) es que ama la libertad, que encuentra viviendo con contrabandistas», dice Carrasco, «y se encuentra más a gusto con el torero Escamillo», al que don José termina asesinando por celos.
«Ella usa como instrumento de la libertad su cuerpo, porque como es una mujer pobre no tiene otra cosa», según la directora, que además ha elegido la particular ubicación de la ópera por motivos relacionados con la violencia de género.
«El feminicidio es algo que en Latinoamérica lamentablemente tiene unas estadísticas preocupantes», se lamenta Carrasco, que destaca que sigue habiendo un elevado grado de violencia contra las mujeres «a pesar de los esfuerzos para que la igualdad vaya hacia adelante».
La directora argentina confiesa que la idea de esta peculiar ubicación surgió tras observar una fotografía del desierto de México «que podría ser hasta Sevilla», explica, «y si puede ser Sevilla, puede ser Carmen»