El diario británico The Guardian documentó las violaciones laborales que padecen los empleados subcontratados para trabajar en las fábricas de la marca de moda de Ivanka Trump en Subang, Indonesia.
Los empleados afirman que reciben uno de los salarios mínimos más bajos de toda Asia; 2.3 millones de rupias, el equivalente a 3 mil 080 pesos. Además denuncian que los objetivos de producción son excesivamente elevados y las horas extra no son remuneradas o lo son esporádicamente.
El reportaje de The Guardian se publica una semana después de que desaparecieron activistas que investigaban abusos en una fábrica china que elabora los zapatos de la marca de la hija del Presidente de Estados Unidos.
De acuerdo con Alia, una de las obreras, el salario mínimo legal de su provincia está entre los más bajos de Indonesia, y es un 40 por ciento más bajo que en las fábricas chinas.
Alia ríe a carcajadas cuando le contaron sobre el nuevo libro de Ivanka, Women Who Work, en donde supuestamente explica las claves para conciliar la vida laboral con la familia. Alia dice que su idea de conciliar la vida laboral con la personal sería poder ver a sus hijos más de una vez al mes, ya que muchos de ellos ni siquiera pueden vivir junto a sus familias.
Los trabajadores entrevistados por el medio británico trabajan en PT Buma, una empresa de ropa coreana, que se instaló en Indonesia en 1999. Es una de las proveedoras de G-III Apparel Group, uno de los fabricantes al por mayor para destacadas marcas de moda, entre ellas la firma Ivanka Trump.
Sita, otra de las empleadas cuenta a The Guardian que ya no puede soportar más. “Trabajo a diario horas extra sin cobrar y sigo ganando solo 2.3 millones de rupias al mes. Estoy pensando en mudarme de Subang, el salario mínimo es demasiado bajo”, sin embargo dice que no puede porque no sabe cómo ni a dónde.
Para Sita el contrato de 7 meses que adquirió con PT Bruma está a punto de terminar. Así la empresa evita que sus empleados generen antigüedad, aunque algunos de ellos llevan trabajando ahí incluso por siete años.
“Tienes que evaluar los salarios mínimos en el contexto del país en sí mismo y, en ese contexto, no es un salario que permita vivir”, explica David Welsh, director de Solidarity Center en Indonesia y Malasia.
Cuando el medio buscó a G-III Apparel Group para conocer su postura al respecto, la empresa sólo envió un comunicado en donde asegura trabajar con ética y bajo la normatividad establecida.