La contaminación de varias ciudades latinoamericanas ha sido noticia de primera página en repetidas ocasiones este año.
Los casos más recientes son los de Santiago de Chile y Ciudad de México. Pero también está todavía en la mente de muchas personas el caso de Medellín, por ejemplo. Y ciudades como Bogotá, Lima, Sao Paulo, Buenos Aires y La Paz han sido clasificadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), según su último reporte del año pasado, que midió a 3,000 ciudades en 103 países, como algunas de las urbes en las que se respira el aire más contaminado de la región.
¿Por qué está pasando eso y qué pueden hacer los ciudadanos y las empresas para contribuir a mejorar la calidad del aire que respiran?
La capital chilena entró este lunes en la primera preemergencia ambiental de 2017, por las malas condiciones de ventilación, según le dijo a CNN Chile.
Entre las medidas decretadas por el intendente de Santiago de Chile Claudio Orrego hay una restricción vehicular de 7:30 de la mañana a 9 de la noche este lunes, se establecieron varios ejes ambientales exclusivos para vehículos de transporte público y se prohibió el uso de calefactores de leña y otros derivados de la madera. Chile está a punto de entrar en el invierno.
Aunque las autoridades no prohibieron realizar clases de actividad física al aire libre, sí recomendaron no llevarlas a cabo durante los próximos días. La decisión la debe tomar cada colegio.
Según Orrego, “las restricciones tienen que ver con la salud de la población, sobre todo de las personas más débiles, los adultos mayores y los niños”.
En Ciudad de México, por su parte, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) volvió a activar la Fase 1 de contingencia ambiental este lunes, debido a una serie de condiciones atmosféricas que impiden la dispersión de contaminantes. Es la séptima contingencia ambiental en ocho días.
Y el pasado 22 de marzo, las autoridades de Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia, decretaron la alerta roja, también por la mala calidad del aire que respiraban sus habitantes. La medida estuvo activa por cinco días.
¿POR QUÉ RESPIRAMOS UN AIRE SUCIO?
La OMS mide dos tipos de materiales particulados (PM) y establece unos valores que, de ser sobrepasados, determinan que el aire que se respira en una ciudad es de mala calidad y peligroso para la salud.
Los materiales particulados se conocen como PM10 y PM2.5 y difieren en el tamaño de la partícula contaminante “que puede penetrar y alojarse en el interior de los pulmones”. Según las Directrices sobre la Calidad del Aire de la OMS, los valores seguros para la salud son de entre 10 y 25 microgramos por metro cúbico de aire para las partículas PM2.5 (promedio anual y promedio en un lapso de 24 horas, respectivamente) y de entre 20 y 50 microgramos por metro cúbico de aire para PM10 (promedio anual y promedio en un lapso de 24 horas, respectivamente).
Durante la alerta roja ambiental decretada en Medellín en marzo pasado, por ejemplo, se alcanzó un nivel máximo de 63 microgramos por metro cúbico de aire para PM2.5.
En Lima, según el reporte más reciente de la OMS, se han llegado a medir hasta 88 microgramos por metro cúbico de aire en partículas contaminantes inferiores a PM10.
Las partículas contaminantes pueden ser de carbono negro y metano, por ejemplo, pero no son causadas solamente por contaminación exterior, como la producida por grandes industrias o por el tráfico vehicular, sino por contaminación interior, dado que todavía en millones de hogares de la región se sigue cocinando a leña.
“El humo en interiores representa un grave riesgo sanitario para unas 3,000 millones de personas que cocinan y calientan sus hogares con combustibles de biomasa y carbón”, afirma la OMS.
En 2014, dice la OMS, el 92% de la población mundial vivía en lugares donde no se respetan las Directrices Sobre la Calidad del Aire.
¿QUÉ HACER?
La OMS divide en cinco categorías las recomendaciones para evitar las declaratorias de emergencias o contingencias ambientales y, por ende, evitar que los habitantes de las ciudades sufran problemas de salud que pueden incluso llevar a la muerte.
1. Industria: debe, cada vez más, hacer el cambio a tecnologías limpias “que reduzcan las emisiones de chimeneas industriales” y hacer una “gestión mejorada de desechos urbanos y agrícolas”.
2. Transporte: debe adoptar “métodos limpios de generación de electricidad, priorizar el transporte urbano rápido, las sendas peatonales y de bicicletas en las ciudades, y el transporte interurbano de cargas y pasajeros por ferrocarril”, además de promover la “utilización de vehículos pesados de motor diésel más limpios y vehículos y combustibles de bajas emisiones, especialmente combustibles con bajo contenido de azufre”.
3. Planificación urbana: la idea es que las autoridades de las ciudades mejoren “la eficiencia energética de los edificios” y también se planteen el tema de la concentración de las ciudades para lograr una mayor eficiencia en el uso de la energía.
4. Generación de electricidad: se recomienda el “aumento del uso de combustibles de bajas emisiones y fuentes de energía renovable sin combustión (solar, eólica o hidroeléctrica), la generación conjunta de calor y electricidad, y la generación distribuida de energía (por ejemplo, generación de electricidad mediante redes pequeñas y paneles solares)”.
5. Gestión de desechos: son necesarias, dice la OMS, las “estrategias de reducción, separación, reciclado y reutilización o reelaboración de desechos, así como métodos mejorados de gestión biológica de desechos tales como la digestión anaeróbica para producir biogás, mediante métodos viables y alternativas económicas en sustitución de la incineración de desechos sólidos”. Cuando la incineración es inevitable, hay que usar “tecnologías de combustión con rigurosos controles de emisión”.
Con información de expansion.mx