Los mexicanos temen la aparición de campos de refugiados y deportados en su frontera norte como consecuencia de las nuevas directrices migratorias del Gobierno de Donald Trump, que contemplan empezar a deportar a México a todos los latinoamericanos y otros que entraron a Estados Unidos de forma ilegal desde ese país.
El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (Homeland Security, por sus siglas en inglés) ordenó ayer deportar y retener en México a migrantes detenidos por la Patrulla Fronteriza aunque no sean mexicanos.
Los memorandos del Secretario de Seguridad Nacional John Kelly revelaron que ordenó a sus agencias fronterizas en Aduanas y Protección Migratoria (CBP) y Aduanas y Control Migratorio (ICE), devolver a los migrantes no mexicanos al país en lugar de retenerlos en Estados Unidos.
Este miércoles, el Secretario John Kelly llega a la Ciudad de México a una visita oficial junto con el Secretario de Estado Rex Tillerson. Por la noche tienen agendada una cena con los titulares de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Cepeda y el de Marina, el Almirante Vidal Francisco Soberón Sanz.
La política anterior suponía que solo los ciudadanos mexicanos eran devueltos al país; los demás eran enviados a sus naciones de origen.
Ahora, según la redefinición de las prioridades en la aplicación de las leyes migratorias anunciada el martes por el Departamento de Seguridad Nacional, los migrantes serán enviados al otro lado de la frontera, a un país sacudido por la violencia donde no tienen vínculos, mientras sus peticiones de asilo o procesos de deportación se estudian en Estados Unidos. Funcionarios estadounidenses no concretaron qué se espera que haga México con ellos.
Por el momento, el único consenso en México sobre las nuevas políticas de Trump es que el país no está ni remotamente preparado para ellas.
Tijuana se vio desbordada y, aunque el Gobierno hizo poco para ayudar, una serie de grupos cristianos abrieron refugios con camas improvisadas, tiendas de campismo e instalaciones sanitarias. La comida donada sirvió para mantener a los haitianos.
Los mexicanos tiemblan ante la idea de lidiar no con miles, sino con cientos de miles de extranjeros en una región fronteriza que ya convive con la presencia de carteles del narcotráfico y violencia.
“Estamos hablando potencialmente de centenares de miles de personas”, dijo Alejandro Hope, un analista de seguridad desde la Ciudad de México. “Vea el caso de los haitianos en Tijuana ¿Cuántos serán, siete u ocho mil? Y ya está desbordada la situación”.
“Ahora imagine una situación 10 o 15 más grande que eso. No hay recursos para recibirlos”, agregó Hope.
No está claro si Estados Unidos tiene autoridad para obligar a México a aceptar a extranjeros. Pero el memorándum del Departamento de Seguridad Nacional pide un informe sobre la ayuda que Washington brinda a su vecino, una posible señal de que Trump tendría intención de usar esos fondos para que acepte a los ciudadanos de otras nacionalidades.
“Espero que México tenga el valor para decir no a esto”, apuntó Murphy.
Victor Clark, director del Centro Binacional de Derechos Humanos de Tijuana, indicó que México puede simplemente negarse a aceptar a deportados extranjeros.
Cuando los agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés) en la frontera “abren las puertas y tienen a los deportados allí, entregan una lista con sus nombres a un funcionario de inmigración mexicano”, explicó Clark. “Pasan uno a uno y cuando el agente de inmigración mexicano ve a una persona que no es mexicana, dice al agente del ICE ‘no puedo aceptar a esta persona, no es mexicana’ y lo devuelven a Estados Unidos”.
Según Hope, esta política podría crear una “situación explosiva” ya que en la zona ya existe un sentimiento antiextranjero. Recordó que los migrantes centroamericanos han sido reclutados, a veces por la fuerza, por carteles como los Zetas o el del Golfo.
FUENTE: sinembargo.mx