La contaminación es uno de los principales males que acechan, sobre todo, en las grandes ciudades. Sus perjuicios son variados para cualquier rango etario, pero en los niños la problemática recrudece. Ellos son los más permeables a contraer los efectos nocivos de la polución. De eso se trata el proyecto Breathe. De determinar el impacto a nivel cerebral en los más pequeños.
Entre 2012 y 2013, un grupo de investigadores del ISGlobal de Barcelona, España, llevó adelante un estudio sobre niños de entre 7 y 9 años en 300 aulas de 39 colegios. El resultado, conocido en los últimos días, enciende la alarma. La contaminación del aire trae aparejado un efecto neurotóxico en los menores que, además de disminuir su capacidad cognitiva, reduce su nivel de atención.
“Los días en que los niños estuvieron expuestos a mayores niveles de contaminación mostraron un retraso equivalente a un mes y medio en la mejora natural de la velocidad de respuesta”, puntualiza Jordi Sunyer, líder de la investigación que se publicó en la revista Epidemiology.
Para arribar a sus conclusiones, el grupo de investigación español visitó cada 3 meses los colegios participantes y sometió a los niños a diferentes exámenes psicométricos en los que medían su nivel de respuesta a los estímulos. También los analizaron a partir de resonancias magnéticas y el paso siguiente fue cruzar los datos con los niveles de dióxido de nitrógeno y carbono elemental que emana el tráfico diario en cada día.
“La atención sostenida no es constante a lo largo del tiempo y aprovechamos esa variabilidad diaria para ver si la contaminación de las 24 horas anteriores influía en la calificación de los test. Y sí: la contaminación, especialmente la que proviene de vehículos diésel, reduce la capacidad de atención de los niños”, sostuvo Sunyer.
De acuerdo a los científicos a cargo del estudio, el efecto que produce la contaminación del tráfico sobre la atención es de corta duración y, por el momento, se desconoce su real potencial a largo plazo. El impacto negativo, pese a no ser sobresaliente, es reconocible: “El efecto estimado fue modesto a nivel individual, pero indiscutible en todos los niños. El impacto es importante cuando este tipo de exposiciones con efectos pequeños se extrapola en la función cognitiva a nivel poblacional”, consideró el especialista.
A su vez, recalcó la “necesidad de evitar la contaminación atmosférica en el entorno de los colegios”. Como ejemplo concreto señaló que podría ser una alternativa válida que los coches no se acercaran tanto a las puertas de las instituciones. Todo sea para resguardar a los niños. Los grandes perjudicados.
Fuente: sinembargo.mx