Lectora, lector querido, ¡Ya llegamos!
Lo siento por algunos personajes que decidieron bajarse antes – Juanga, la princesa Lea y la credibilidad mexicana- , y celebro a los que, pese a las muy malas noticias de los últimos días, nos negamos a colgar los tenis Panam y hemos decidido dejar la muerte para el último.
Ya sé que todos conocemos que este año que comienza viene muy perro.
Los rezagos históricos, la corrupción rampante, la mediocridad financiera, las malas prácticas gubernamentales, el cinismo, la desvergüenza, la apatía, la transa, el robo y la “pocamadrés” ya nos están cobrando factura y con IVA del 16 por ciento.
No falta quien dice que todas las plagas que caen sobre México – incluyendo a las plaguitas Peña, Videgaray y Duarte, son castigo divino directamente ordenado por Quetzalcóatl que, desde su trono emplumado, y teniendo de consejero hipi a Hernán Cortés, ha decido hacer chamoy meshica con la sangre azteca.
Otros más aseguran que todo es obra de San Juan Diego, el santo mexicano más ignorado de la historia. Y cómo no, si me lo encueraron, le quitaron el ayate y no le dieron premio de consolación.
Un grupo más reducido ha comenzado a culpar de los males de nuestro país a la alineación ( que parece que planteó La Volpe) de los planetas.
Como sea, ya estamos instalados en este 2017, y ya ni cómo bajarnos del carrusel.
De un momento a otro saldrá éste o aquel funcionario público a decirnos: “ Lo que tenemos que pasar es una medicina amarga pero que, a la postre, hará que salgamos fortalecidos”.
Quizá el funcionario querrá decir otras palabras, pero esas están en el manual de “Recetas para abrochar”, y tiene que seguirse el discurso al pie de la letra, como desde hace 100 años.
Yo propongo que este año instalemos la piedra de los sacrificios para tanto méndigo político, empresario y ciudadano corrupto, ratero y malandrín.
Reinaguramos la que hay en el Templo Mayor; en lo más alto. Pedimos que nos presten el programa de luz y sonido de Teotihuacán, para darle más caché. Filas enormes esperando a ser sacrificados. Música de tambores y de la Sonora Santanera (para los guapachosos).
Acá su servidor, con penacho en alto, alza la piedra de obsidiana, mira al cielo en busca de permiso que, de inmediato le es concedido, y… mole. A sacar corazones.
Ya me imagino la méndiga fila. Formaditos todos los diputados con todo y bono navideño. Algunos llevan guajolotes para ofrendarlos, y otros el puro relleno del pavo.
Los senadores, con su garrafa de gasolina, esperando el último momento de sus vidas. Algunos apenas se recuestan en la camota de piedra y ya se hicieron dos veces del dos y tres del uno.
Los Salinas, los López- Portillo, los Fox (a Martita varios le quieren sacar el corazón y con su sangre hacer rellena) los Duarte, los Chapos con todo y sus reinas de sur. Formaditos, bien peinados, listos para entregar el equipo.
La multitud, abajo, exige, grita justicia y litros de a litro. Claman por venganza.
“Si no les van a sacar el corazón, al menos un patadón en la entrepierna y a trabajos forzados”, exigen.
Sádico, bélico, sanguinario.
Calificativos así merezco, sí. Pero qué ganas de que la piedra de los sacrificios sea reinaugurada; necesitaríamos como unas dos mil por todo el país pero con el Ramo 33 las conseguimos.
LA MEJOR VERSIÓN.
Que la mejor versión de usted, querida lectora, lector, se cumpla en este año.
Que durante todo el 2017 conjugue en su vida el “nosotros”, y no el triste y solitario yo.
Que su sueño sea pleno, por ser pleno su día y buenas sus obras.
Y que nos sigamos hablando, escuchando, leyendo, que son otras formas de amor.
Lo nuestro es intentar.
Nos encontramos en @gfloresa7