De abril a la fecha, la presencia de personas provenientes de Haití y África se ha vuelto parte del paisaje urbano en el centro de la ciudad de Mexicali, como primero sucedió en Tijuana; el fenómeno ya comienza a presentarse también en la frontera de San Luis Río Colorado, Sonora.
Se trata de una oleada de migrantes provenientes de esos dos países, quienes han viajado hasta la frontera norte de México con la esperanza de lograr una amnistía y convertirse en refugiados admitidos por los Estados Unidos.
Esta llegada masiva de migrantes afroamericanos ha generado una crisis humanitaria en Baja California, rebasando a las autoridades locales y a los miembros de la sociedad civil, quienes hacen esfuerzos sobrehumanos para dar albergue, alimentación y cobijo a cientos de ellos que han llegado en grupos, solos o con sus familias; entre los migrantes hay mujeres embarazadas y niños.
Este fenómeno migratorio, que empezó a registrarse desde abril y mayo del presente año, fue creciendo hasta el grado de convertirse en una situación de emergencia para las autoridades de BC: Se calcula que han llegado 3000 migrantes desplazados de Haití y África.
Wilner Metelus, presidente del Comité Ciudadano de Defensa de los Naturalizados y Afromexicanos, pidió la solidaridad y comprensión de los residentes de Mexicali y Tijuana ante esta oleada migratoria.
En una conferencia de prensa que ofreció esta semana en Mexicali, Metelus aseguró que los desplazados “no vienen a delinquir ni tienen enfermedades extrañas, simplemente buscan una oportunidad de una vida mejor, porque en sus países la situación económica es crítica”.
Los africanos y caribeños están entrando de manera ilegal a nuestro país por Tapachula, Chiapas, de donde se trasladan por aire o tierra hasta la frontera norte.
En la frontera sur obtienen un permiso de estancia en el país, el cual tiene vigencia de 20 días, tiempo que aprovechan para llegar hasta Mexicali o Tijuana, donde esperan a que les den una cita en las oficinas del Servicio de Inmigración Americano para ver si son susceptibles de ser aceptados como refugiados.
Algunos han logrado su cometido, pero no todos podrán hacerlo y en lugar de regresarse a sus lugares de origen ya están pensando en hacerse ciudadanos mexicanos y quedarse a vivir en Mexicali o en Tijuana. El problema es, dónde los van a meter.
Para atender la crisis que se está viviendo en Tijuana y Mexicali, las principales fronteras de BC, esta semana el gobernador Kiko Vega se reunió con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, donde acordaron ponerle mayor atención a este fenómeno que podría salirse de control.
Los albergues al tope
Ubicado en pleno centro de Mexicali, Cobina Asociación Civil es uno de los seis albergues en esta frontera que están enfrentando de manera directa la contingencia migratoria.
Aunque es muchísima más la demanda, Altagracia Tamayo Madueño y su equipo se las ingenian para atender de manera simultánea a 96 de los migrantes desplazados, dando prioridad a familias, mujeres embarazadas o con niños. Hasta el martes pasado tenían 50 personas en lista de espera.
Obligada por las circunstancias, la trabajadora social se ha especializado en el tema migratorio, primero en la atención que desde hace 6 años prestan a los paisanos que son deportados por los gringos, y ahora por la llegada en masa de haitianos y africanos, con quienes ha convivido en los últimos meses y ya los siente como de su familia.
“Son una familia con la que estamos aprendiendo a convivir, ya que su cultura y hábitos son muy distintos a los nuestros, si nosotros comemos una porción normal ellos comen cuatro veces más, y la verdad no hay comida que alcance”, comenta Altagracia.
Los viajeros afroamericanos son llevados a los albergues por el Instituto Nacional de Migración –aunque ya muchos están llegando por cuenta propia–, quienes les entregan un código para saber qué día irán a la famosa entrevista a la oficina de Migración Americana.
Para eso pueden pasar 15, 20 y hasta 25 días y mientras en el albergue se hacen cargo de su manutención, porque no todos traen dinero, a unos les mandan sus familiares desde sus lugares de origen o familiares de los Estados Unidos, pero muchos nomás tienen lo que traen puesto.
El día que los programan para la entrevista permanecen formados en el “Caracol”, como se conoce a las oficinas del Migración Americana, desde las 6:00 de la mañana y hasta las 8:00 de la noche y si no alcanzan a ser atendidos se regresan a dormir al albergue. Nadie tiene la garantía de que será aceptado.
“Todos los albergues ya están rebasados y lo que está haciendo el Instituto de Migración es que los está soltando y que busquen dónde dormir porque el gobierno federal no se está poniendo las pilas, ni tampoco el Municipio está ayudando…yo les doy servicios médicos, a las embarazadas las llevo al materno infantil, pero cada día están llegando más y más”, resalta.
Sobre el porqué están llegando a Mexicali y Tijuana, Altagracia indica que los migrantes prefieren la frontera de California porque saben que en Arizona hay grupos racistas que los cazan.
“Dicen que hay Ku Klux Klan, ¿cómo la ves?”.
Gran parte de los migrantes africanos entraron al continente por Argentina, otros por Brasil y Costa Rica.
Los que estuvieron en Brasil fueron mano de obra en la infraestructura del Mundial de Futbol y las Olimpiadas, hablan francés y portugués más su propio idioma; los que estuvieron en Argentina y Costa Rica, hablan español. Ellos son los que avisan a sus compatriotas sobre las reglas del albergue, a qué hora se bañan, a qué hora es la comida y a qué hora se cierran las puertas, porque el que llega después de las 10:00 de la noche se queda afuera.
Altagracia señala que los migrantes desplazados han mostrado su interés en quedarse en México en caso de no lograr albergue en Estados Unidos.
“Se quieren quedar aquí, porque tienen parientes en Los Ángeles, en San Francisco, en Nueva York, en Boston, en Chicago y estarían más cerca de ellos, el problema es cómo los integraríamos a la sociedad bajacaliforniana…el gobierno tendría que decretar una crisis humanitaria y aplicar el fondo de desastres”.
Indica que por el momento el gobierno de BC a través de la Sedesol les ha estado apoyando dándoles colchonetas pero no ha sido suficiente, a diario ocupan despensas, sobre todo pollo, arroz y frijol, que es lo que les gusta comer a sus huéspedes.
En caso de no lograr cruzar a los Estados Unidos, cientos de ciudadanos haitianos y africanos podrían quedarse varados en estas ciudades del norte de México, creando una nueva comunidad de refugiados.
FUENTE: animalpolitico.com