La primera vez que lo vi en la vida, fue justo después de que el Toluca perdiera ante el Real Madrid, en una gira que los manolines hacían por el país, para recordarnos que Colón y Cortés (como los hermanos Lelos) seguían teniendo influencias sobre las almas huehuenches de este país.
Los merengues perdieron en todos sus partidos, y sólo lograron salvar el honor de su monarquía en el encuentro que sostuvieron contra el Toluca.
Una tarde lluviosa de los años noventa, y acá su Emir preparatoriano, había acudido con unos amigos- guarros, a ver el partido.
Al salir de la otrora Bombonera, por una de las aceras del estadio, caminaba furioso El Tuca, que vivía sus últimas semanas en el equipo.
Dos motivos especulamos los mirones, para descifrar la mala cara del brasileño: 1. Nunca le pasaron el balón, pese a los chiflidos que les daba a sus compañeros para que lo habilitaran, o 2. Nunca se le secó el bigote, luego de la tormenta, y ya tenía una especie de hongo- fuego labial que le picaba hasta la colita.
Un par de personas lo quisieron saludar, pero el pelafustán les grito unas mentadas en portugués (shinguau sau su madrediña), y los aficionados, aterrados, se ausentaron.
Luego, me lo encontré, yo como reportero de deportes y él como entrenador de Los Diablos.
La educación, buen trato y modo nunca han sido dones que haya recibido del altísimo, don Tuca.
Ofensa tras ofensa, los entrenamientos eran lastimosas demostraciones de una dictadura que ni Dilma hubiera soportado.
Entiendo que el entrenador de Tigres, es un tipo ganador, exitosos, campeón varias veces y hasta admirado por dos de sus mascotas con quienes tiene una afinidad casa paternal.
Este fin de semana su equipo jugó, perdió y quedó eliminado en el torneo de futbol.
Llegó a la conferencia de prensa para explicar por qué no pudo refrendar el título, y a la primera pregunta se sintió Emir Montalvo, lanzó como guaruras puras majaderías y huyó.
Tigres fue peor equipo que el torneo pasado, y no por su desempeño, jugadores, afición, estadio o juego, sino por su entrenador.
El patán deportista no parecía apto para perder y demostró su talante.
El Tuca no aprende y su soberbia y violencia en nada ayudan a desligar los enfrentamientos de inseguridad con el ciclo natural de una competencia, en la que se vence o se es vencido.
Es momento de que alguien le diga al bigotes, que ya estuvo de ofender a reporteros, afición, compañeros de profesión y público que le acompañan, de tanto mal genio.
Un móndrigo programa cibenético daba como campeón, este torneo, otra vez a Tigres.
Oh, dioses del Nintendo, se han equivocado.
El Tuca llora y berrea; Monterrey avanza de la mano de otro “sencillito”, y acá, en Toluca, como el chinito, “milamos” de lejos el césped del torneo.
¿Dónde andas, Chepo? Otro con el mismo genio.
Nos encontramos en @gfloresa7