Toluca es cuna de una de las más dulces tradiciones heredadas de la Época Colonial: la elaboración de confitería tradicional. Desde hace cerca de 120 años, en la capital mexiquense se preparan las condesas, los jamoncillos de piñón y las cocadas; las naranjas cristalizadas y los chongos toluqueños. Todos elaborados con técnicas artesanales que les dan su sabor y calidad.
En cocinas familiares, grandes cazos de cobre se ponen al fuego para hervir la leche que, a vuelta y vuelta, se convierte en suave jamoncillo o exquisita natilla. La creatividad de los artesanos del dulce no tiene límite. Las recetas y el “punto” del dulce, se han transmitido de bisabuelos a abuelos, de abuelos a nietos y de padres a hijos para conservar la tradición.
En algunos lugares de la ciudad de Toluca, como la calle Texcoco, en la Colonia Sánchez, Los Portales y las alacenas, en el Centro Histórico, turistas y visitantes, pueden encontrar más de 115 variedades de dulces, de al menos 200 sabores, elaborados al día, con ingredientes cien por ciento naturales.
Piñas, naranjas e higos; pistaches, almendras y nueces; rompope, licores y hasta tequila se incorporan como parte del sabor u olor de los dulces típicos que se preparan en Toluca. La vista de estas delicias es todo un festival que despierta los cinco sentidos.
La confitería tradicional es una herencia conventual que se arraigó en el centro del país; en Toluca, Capital con valor, se ha conservado gracias al trabajo y la pasión de algunas familias que encontraron en esta actividad: un dulce trabajo para vivir con alegría y honradez.