Hong Kong es hogar de 336,600 trabajadores domésticos migrantes, de los cuales, 56,000 de ellos podrían estar realizando trabajo forzoso.
Según un informe difundido por la organización de derechos humanos Justice Centre, de 1,049 empleadas domésticas una de cada seis es víctima de trabajo forzoso y enfrenta abusos laborales como violencia física, explotación salarial, en ocasiones no son alimentadas o les ofrecen comida podrida y su jornada de trabajo, en la mayoría de los casos es de 20 horas al día.
Uno de cada tres hogares de Hong Kong con niños tienen una empleada doméstica, según el Justice Centre. Estos trabajadores migrantes representan el 10% de la población activa de Hong Kong, y la mayoría de ellos son mujeres.
Hong Kong comenzó a permitir que los trabajadores domésticos extranjeros trabajaran en el territorio en la década de 1970 para compensar la escasez de personal local. Muchos llegan a través de agencias directamente desde sus países —Indonesia, Filipinas y otros países asiáticos— Por ley, solo tienen derecho a un día de descanso a la semana.
Las agencias de colocación, son cómplices en el abuso que sufren las trabajadoras domésticas. En muchas ocasiones, retienen su documentación con el fin de que permanezcan en la casa en la que fueron contratadas. Las obligan a tomar un préstamo para pagar las tasas de colocación de empleo.
Justice Centre quiere que Hong Kong promulgue leyes para convertir el trabajo forzado en un delito independiente, suprimir el requisito de que el personal doméstico viva con los empleadores, regular con más atención las agencias de contratación, estipular lo que se considera un alojamiento y alimentos apropiados, así como fijar las horas máximas de trabajo.