A mí me cae bien el Papa.
No soy católico; la decisión fue personalísima, y causó un terremoto en el muégano familiar.
Nadie lo podía creer. La tradición nunca se había roto, hasta que salí con mis babas, me declaré en huelga de hostias y dejé de persignarme.
Tómala barbón. El llanto se desato, el cielo se lleno de nubes negras y la tormenta se hizo.
Hoy, de todos modos, cada que tengo que hacer un viaje y voy a despedirme de mi familia, de corazón o por chupar el tuétano, me refunden “amorosamente” la bendición.
Mi trabajo me ha llevado, este domingo, a transmitir la visita del Papa Francisco a Ecatepec.
Mi mamá, abuela (Líder del Cártel de los Romeritos) y tías aledañas, han elevado sus ojitos al cielo agradeciendo el milagro de la comunión que, dicen, se hará entre don Francisco y su servidor.
Entre dientes, algunas aseguran que en la presencia del mismísimo representante legal y ampliado de Jesús, me haré chicharrón. Eso casi será un hecho con los rayotes de sol que nos ha aventado los últimos días el calentamiento global.
Algunas más apuestan que caeré rendido a los pies del creador, implorando perdón por los años de oscuridad que he vivido, y dedicaré mi vida (casi como Serrano Limón) a comprarme tanguitas de tigre para salir en calidad de misionero a predicar.
Creo que una nueva decepción se avecina entre mi parentela norbertista.
Don Mario me cae bien. A veces se me imagina un poco a Chespirito y otra veces al César Costa pasadito de peso.
Pese a ser argentino, la sangre, creo, la tiene más ligerita.
Me gusta su forma de romper los protocolos y la irreverencia contra la solemnidad que tanto daño le ha hecho a las religiones del mundo.
Creo que hay mejores representantes de Jesús en la tierra, infinitamente menos acomodados, más pobres y más cercanos.
Lamento que el Papa llegue a un México tan dolido, lastimado, maquillado y olvidadizo.
Lamento, también, como ha puesto a los gobernadores de los estados que visitará.
Parecen la quinceañera de la pachanga haciendo todo lo posible porque el amigo del papá tenga buena mesa para ver el vals y la cena se la den calientita, aunque hayan dejado de invitar al convite a los meros importantes: tíos, primos y amigos.
Voy a transmitir la visita del Papa en Ecatepec, y prometo portarme a la altura.
Espero que todo el gasto en material (10 millones, según don Eruviel) para hacer el atrio, las vallas, y la infraestructura se reutilice, como lo prometió, en otras obras para, por ejemplo, otras religiones.
Desde Ecatepec, para todo el estado, aquí está su Dartañán. Ya viene el papamóvil que avanza como calandria de Acapulco.
A lo lejos se ve a don Francisco.
Yo sigo creyendo en Dios sin intermediarios, y en busca de ganarme, antes que el cielo, el amor de quienes me rodean.
Nos encontramos en @gfloresa7.