Con más de 600 mil deportistas registrados, el hockey sobre hielo es más que el deporte nacional de Canadá. Es casi una religión en este país de América del Norte que creó esta práctica.
La comunidad del hockey está de duelo luego de la muerte de 14 personas en un accidente entre el bus de un equipo juvenil y un camión en la provincia de Saskatchewan (oeste) la tarde del viernes.
Patines, hielo, un bastón y un disco: a fines del siglo XIX los canadienses sientan las bases de este deporte colectivo.
Al principio improvisado en los ríos o lagos congelados, el hockey surge hacia 1870 en las primeras canchas cerradas de Quebec y Montreal, siendo en esta ciudad donde se organizó en 1875 el primer match (partido) propiamente dicho, entre dos equipos de nueve jugadores.
Rápidamente aparecen los primeros clubes y en 1892 Lord Stanley, el gobernador general de Canadá, representante de la reina, entrega una copa al mejor equipo.
Más de un siglo después, la copa Stanley continúa siendo otorgada al vencedor del campeonato norteamericano de hockey (NHL).
Desde entonces este deporte se internacionalizó, implantándose principalmente en Rusia, Estados Unidos e incluso en Escandinava, al tiempo que conserva un lugar especial en su cuna canadiense.
El hockey sobre hielo es consagrado oficialmente como deporte nacional de Canadá en 1994 y los partidos de la NHL son seguidos por millones de fanáticos en este país de 37 millones de habitantes, desde Vancouver a Quebec.
Según un estudio del banco Scotia, más de 150 mil canadienses son voluntarios de un equipo amateur de hockey y desde las grandes metrópolis a las comunidades inuits del Ártico, el país cuenta con más de 2.500 pistas de patinaje.
Esta pasión es para algunos un verdadero sacerdocio: en la capital económica de Quebec, los fans del Canadien de Montreal, no dudan en subir los 300 escalones de una iglesia que domina la ciudad, rezando por la victoria de su equipo, cuya casaca es apodada «la sagrada franela».
Con información de: jornada.unam.mx